Aplicar una inyección intramuscular de forma incorrecta: un riesgo silencioso
No todo músculo es seguro para inyectar. Usar la técnica incorrecta puede causar lesiones graves.
Administrar una inyección intramuscular (IM) parece una tarea simple, pero hacerlo mal puede generar complicaciones serias. En la práctica diaria, se observa que muchas veces se aplican inyecciones en sitios no recomendados, o se emplean agujas inadecuadas para la profundidad del músculo.
Uno de los errores más frecuentes es aplicar inyecciones en el glúteo sin localizar correctamente el cuadrante superior externo. Esta zona es crucial, ya que una mala ubicación puede afectar directamente al nervio ciático, provocando dolor intenso, parálisis parcial o complicaciones neurológicas.
Además, se comete el error de usar agujas demasiado cortas, lo que hace que el fármaco quede en tejido subcutáneo y no llegue al músculo, afectando la eficacia del tratamiento. Otras fallas incluyen no respetar el ángulo de 90°, no realizar una adecuada desinfección o no aspirar antes de inyectar, lo cual es especialmente importante en ciertos medicamentos.
En zonas como el deltoides, hay que tener aún más cuidado, ya que el músculo es más pequeño y está cerca de estructuras vasculares y nerviosas.
Una técnica incorrecta no solo disminuye la eficacia del medicamento, sino que puede provocar abscesos, infecciones, hematomas o necrosis del tejido.
Consejo FarmaCurioso:
Antes de inyectar, asegúrate de:
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Identificar el lugar correcto (como el cuadrante superior externo del glúteo)
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Usar la aguja adecuada según el paciente (longitud y calibre)
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Mantener siempre una técnica aséptica
¡Recuerda! Una buena práctica profesional no es solo aplicar, sino saber dónde, cómo y por qué lo haces.
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